Mi puntuación: 6/10
Autor: Carlos Gil Zamora
Director: Lander Iglesias
Reparto: Maiken Beitia, Ricardo Moya, Valery Tellechea y Gotzon Sánchez
Teatre Arniches (Alicante) - XXII Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos
Carlos Gil explicaba en la rueda de prensa celebrada la mañana de la función que su texto era un retrato poético de la generación que vivió y sufrió los 80, que hablaba desde una única voz, y al mismo tiempo desde muchas voces, que sus personajes no tenían nombre ni eran un solo personaje, sino muchos, etc... También decía que se sentía responsable del texto, como autor que es, pero que no se responsabilizaba de algunas de las decisiones tomadas por Lander Iglesias para su puesta en escena. Tras verla, entiendo por qué.
Partimos de un texto poético y enrevesado, sin orden ni concierto, un batido de situaciones, sentimientos, pensamientos. Un texto que parece escrito como un único parlamento en el que se suceden todas esas voces de las que el autor hablaba, como una sola reflexión secundada por decenas de voces interiores. Destacar el uso de la poética, las repeticiones, aunque a veces esas mismas repeticiones hagan compleja su comprensión. Ahora sí, toda esa poética y esas voces y sentencias, en ocasiones, se quedan aisladas y un tanto desaprovechadas por la puesta en escena; el director consigue crear imágenes muy potentes visualmente o alguna escena a destacar como la de la familia compartiendo la mesa, pero sin embargo otras escenas y propuestas no favorecen en nada la comprensión del texto, no lo acompañan, quieren ser atrevidas, rompedoras visualmente, y por el contrario, en ocasiones, resultan ridículas e incomprensibles.
Destacar el genial y sencillo diseño de iluminación de Koldo Belloso. El espacio sonoro, por el contrario, no favorece para nada al espectáculo, por momentos incluso molesta.
Por último, las interpretaciones de los cuatro veteranos actores bailan de la misma manera que la puesta en escena; las tablas y la experiencia son indiscutibles, una dicción maravillosa, un trabajo físico genial por parte de Valery Tellechea y Gotzon Sánchez, pero en ocasiones algunas directrices, momentos o marcas escénicas les hacen parecer totalmente fuera de lugar, desubicados, y algunos momentos íntimos como los monólogos de Miken Beitia o Gotzon Sánchez, llegan a resultar cómicos...
Me ha recordado a uno de esos montajes de escuela por el que todo teatrero ha pasado, esas propuestas de y para gente joven, de experimentación, de juego... pero con un texto maduro y complejo. Una reflexión sobre la juventud de los que hoy viven la madurez, de una generación que vivió la transición, que allanó el camino a generaciones posteriores, que reivindicó y experimentó, pero que también se conformó. Ideas y momentos más que destacables en un conjunto que no llega a cuajar como espectáculo, una lástima.
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